El síndrome de la clase turista

Se ha convenido en llamar así a una serie de síntomas que hacen sospechar la existencia de problemas vasculares que pueden ir a más. Se trata de patologías derivadas de la permanencia continuada en estado de reposo.

El lector comprenderá de qué se trata si le ponemos un ejemplo cotidiano:

Cuando alguien es intervenido quirúrgicamente y ha de estar en la cama postergado durante unos días, se le administra preventivamente heparina que es un principio activo que previene la formación de coágulos y evita el consiguiente peligro de embolia.

A partir de ahí, es muy fácil pensar en los peligros que entraña un viaje en avión de larga duración en el que uno permanece quieto y sin poder moverse demasiado durante muchas horas. Aunque esto también ocurre en un viaje en autobús si con él se recorren muchos kilómetros. Porque s i el cuerpo está en reposo, se produce una estasis venosa con el consiguiente peligro de accidente vascular.

Ante este tipo de viajes, se impone una prevención eficaz que será desde muy leve como caminar cada una o dos horas a lo largo del pasillo o parar el autocar cada dos horas, o bien si se trata de personas con riesgo hacer una prevención terapéutica.

Los accidentes vasculares derivados de una estasis venosa a causa de la permanencia en estado de reposo durante muchas horas son más frecuentes en individuos de riesgo, que son los que tienen algún tipo de patología venosa o que han sufrido previamente trombosis. Y no son aconsejables este tipo de viajes en personas intervenidas recientemente o en los individuos que tienen subyacentes factores de riesgo vascular: fumadores, personas con diabetes, con hipertensión, obesos o con colesterol elevado.

Por esta razón se aconseja un chequeo vascular antes de emprender un viaje de este tipo, al tiempo en que el especialista le recetará fármacos preventivos que ayuden a un mejor funcionamiento de su circulación en estos casos.

Un chequeo vascular es la exploración que se realiza a través de anamnesis, exploración física y pruebas hemodinámicas no cruentas (doppler, eco-doppler, etc.) para detectar la cantidad de flujo sanguíneo que fluye por las principales arterias y venas. La ecografía doppler permite al mismo tiempo que la valoración hemodinámica, la exploración anatómica de estos vasos y ver si éstos sufren alguna anomalía trombótica, estenosante o aneurismática que deba ser abordada con tratamiento, o bien sea tributaria de seguimiento clínico.

Los chequeos vasculares se realizan en el sistema arterial y en el venoso. Es decir en los vasos que salen del corazón y en los que conducen la sangre de retorno a éste. Se trata de exploraciones que no suelen durar más allá de una hora y que nos proporcionan una importante información sobre el estado de nuestra circulación y nuestros vasos sanguíneos.

Si bien no es posible prever la trombosis porque se trata de un accidente vascular fortuito, en cambio, los chequeos vasculares permiten saber si estamos frente a vasos sanguíneos con gran cantidad de posibilidades de padecer una enfermedad circulatoria que hay que tratar desde el punto de vista médico o quirúrgico.

Además los análisis sanguíneos pertinentes colaboran en la profilaxis en la medida en que nos dan información sobre la normalidad o no de las cifras referidas a los factores de riesgo vascular como la glucemia, el colesterol, los triglicéridos, el ácido úrico, etc.

La prevención eficaz, hoy en día, aconseja este tipo de chequeos periódicos a partir de cierta edad y son particularmente importantes o imprescindibles cuando se dan factores de riesgo de patologías vasculares como son: diabetes, tabaquismo, colesterol, triglicéridos exceso de peso u obesidad, etc.